No tengo palabras para describir lo que sentí cuando la vi, es esa sensación de placer, recuerdos y tristeza... pero q iluminan tu cara como si volvieras a ser un niño.
Niñas ha sido maravilloso. Gracias por el viaje...os quiero
23 de mayo de 2007
Sin palabras...
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15 de mayo de 2007
Para ti
Cuando vi que te perdía por la puerta de salida
me apretaba el corazón, me acorraló la policía
y se vino abajo el techo
consecuencia del incendio que brotó.
Cuando vi la forma en que me conocías
la manera de mirar, el modo de entender la vida
los espacios donde miras,
gracias Fito por decir exactamente lo que vi.
Ya vendrán noches más frías
si no vuelves a entrar,
ya vendrán a la guarida de la soledad.
Ya vendrán noches mas frías
si no vuelves a entrar,
ya vendrán y me tendré que acostumbrar.
Cuando viste que tan solo era un suicida
un egoísta irresponsable a punto de romper el cable
con querencia a la bebida,
solo un loco que decía no te marches, por favor.
Cuando viste que tan solo a duras penas,
me podía levantar, curaste todas mis heridas,
me solías esperar y es por eso que ahora
sé que no podría prescindir de vos.
Ya vendrán noches más frías…
Quique González
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11 de mayo de 2007
Primera parte. Negra sombra.
Esta noche vi la cara más triste que había visto nunca y decidí seguirla. Bajó al metro tomó una dirección sin pensárselo, sin parar como si le diera igual coger una dirección u otra. Yo seguí el mismo camino, iba pegada a ella en todo momento, no podía dejar de mirarla me gustaba su caminar lento, como se mueve su cabello con cada paso, el ruido de sus tacones en el suelo. Caminaba como si no quisiera llegar nunca al lugar a donde iba, como si quisiera retrasar ese momento.
Esperando al metro una mueca en su boca en forma de sonrisa me llamó la atención. Estaba mirando a una encantadora niña que le hacía miles de preguntas a su papá.¿ En qué se diferencia el metro del tren?¿Cuánta gente va en el metro? ¿Podemos ir en tren algún día? Su padre contestaba una y otra vez a todas sus preguntas con esa paciencia que debe de nacer en nosotros cuando tenemos hijos.
La sonrisa desapareció para volverse a enfrascar en el libro que llevaba entre las manos, Brooklyn Follies de Paul Auster. Su cara cambiaba con cada línea que leía, lo extraño es que no cambiaba de página, realmente lo que hacía era intentar leer pero sus pensamientos no le dejaban pasar de la misma línea. Levantaba la vista para mirar cuanto faltaba para que llegara el metro, parecía q se le hacia eterno, necesitaba que llegara ya o que no apareciera nunca. Pero siempre llega, más tarde o más temprano pero llega. El ruido empezó a envolver la atmósfera, poco a poco se adentraba en la estación y la gente se agolpaba en las puertas. Ella no. Despacio cerró su libro y esperó a que todo el mundo subiera para después ella dar un paso indeciso y poner el pie dentro del vagón que le había tocado. No iba muy lleno así que nos sentamos, una enfrente de la otra. Ella no notaba mi presencia pero yo si notaba la suya. Notaba como sus ojos iban pasando de una persona a otra, quizás buscando a alguien que tuviera una cara más triste que la suya, aunque en realidad eso es lo que hacia yo.
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